“Todos tenemos luz y oscuridad en nuestro interior. Lo que importa es lo que elegimos potenciar.”
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Durante el transcurrir de los años se ha dado una gran importancia al concepto de personalidad, ya que el interés de quienes la han estudiado a través de las diferentes épocas, ha estado enfocado en dar una explicación acerca del ¿cómo? ¿Por qué? y ¿Para qué? De las diferentes formas de como se comporta cada individuo a causa de diferentes factores (ambientales, biológicos y sociales). El estado de la personalidad se puede remontar alrededor de un siglo antes de Cristo.
Biografía de Cicerón |
El término personalidad se origina del término persona. Años
más tarde Cicerón definió el término personalidad, enfocándose desde cuatro
diferentes significados:
- La forma en cómo un individuo aparece frente a las demás personas.
- El papel que una persona desempeña en la vida.
- Un conjunto de cualidades que comprenden al individuo.
- Como sinónimo de prestigio y dignidad, mediante el cual se asignaba el término persona de acuerdo con el nivel social al que pertenecía.
Siguiendo con la época clásica, se dio un auge en la cantidad de significados del concepto de personalidad; según Cerdá (1985) uno de estos conceptos está adherido a la Santísima Trinidad, entendido como algo sustancial y no asumido, es decir, que no se construye, sino que se encuentra en sí mismo; hace parte de su esencia.
Adicionalmente, en el campo legal también se ha prestado
gran atención a este concepto, puesto que no se consideraba persona a alguien
que fuera esclavo, es decir, se conocía su existencia, pero esta no tendría dignidad
y autoridad sobre sí misma.
- Organización total de las tendencias reactivas, patrones de hábitos y cualidades físicas que determinan la efectividad social del individuo.
- Como un modo habitual de ajustes que el organismo efectúa entre sus impulsos internos y las demandas del ambiente.
- Como un sistema integrado de actitudes y tendencias de conductas habituales en el individuo que se ajustan a las características del ambiente.
Carácter y temperamento
Muchas y muy diversas acepciones tiene en todos los idiomas
la palabra carácter, que deriva de un término griego cuyo significado es grabar, porque en verdad es la señal, marca o signo que la naturaleza imprime
en las criaturas.
El carácter es el modo peculiar y privativo de cada persona, por sus cualidades físicas, mentales y morales. Pero el carácter no es una substancia inmutable; también es un proceso, que sufre modificaciones por influencias externas, y puede ser transformado por la voluntad. Stuart Mill propuso la creación de la etología, o ciencia del carácter, proponiendo un método y definiendo su naturaleza.
El temperamento es la tendencia con las que se nace, en virtud de la constitución particular de cada individuo, que es el resultado del predominio fisiológico de un sistema orgánico, como el sanguíneo o el nervioso, o de un humor, como la linfa o la bilis.
Dice el Dr. Ramón Fuster: “El temperamento es un conjunto de peculiaridades fisiológicas y morfológicas de las que dependen las diversas formas de reacciones emocionales de los individuos; pese a ser determinada por la herencia, puede modificarse considerablemente a base de influencias ambientales, tratamientos médicos, regímenes alimenticios”